Comprendo el habitar como una serie de capas, nuestra primera casa es mamá y al nacer el lugar que habitábamos se muda al espacio físico que ahora nos cobija, es decir: la casa. Cuesta llegar a comprendernos como casas nómadas que están resguardadas por su propia piel. Esta serie de objetos cerámicos nace de intuir la casa como un cascarón que apenas nos cubre y es frágil como la vida misma. Cada casa tiene la medida de la palma de la mano y está creada por mantos muy finos de barro que dan como resultado una casita pequeña que se desmorona con una caricia.