La obra de María Fernanda nace desde una pregunta por el habitar vinculado al cuerpo femenino y las relaciones con el otro que pueden derivar de él, situando su atención en los lugares de la infancia, por ende, acudiendo al ensueño, al juego y al archivo como elemento de investigación a manera de autobiografía visual. De allí abstrae colores y materias que acompañan su proceso creativo. Los textiles, en este sentido se han vinculado a su proceso. A veces de forma metafórica, y otras veces material pues aprendió a coser por herencia de su abuela, surgiendo un interés por las implicaciones políticas y rituales del tejido vestido en el mundo femenino. Éste que es atravesado por el cuerpo, se ha conectado con acciones, prácticas pictóricas e instalativas, pues su obra lejos de estar definida por una técnica, nace de una pregunta por la memoria y lo aprendido en la cotidianidad.