mamá era mi primera casa y este tiempo de gestación que era imposible de alcanzar con la memoria, se hacía perceptible en mis recuerdos por la casa de infancia; sus colores y texturas moraban en mí, y me encontraban en un profundo ensueño.
El textil, aparecía continuamente en el recuerdo; el sillón y las cobijas color rosa con flores, los vestidos de mamá, las cortinas color hueso que permitían entrar una luz calada en el atardecer, todo vestía mi casa de feminidad le proveía valores rítmicos, la hacía inmóvil, le daba características de casa sedentaria, de casa permanente.
Los textiles, que ahora están cargados de estas imágenes, son usados para volver a escribir y traducir las antiguas cartas escritas a mi madre en el enamoramiento que sentí por ella. Desde el oficio que venía de las mujeres de mi hogar, en donde torpemente aprendí a coser.
“como una mujer que, nacida entre las piernas de su madre, ha querido reiteradamente, volver a poseerla y ser de nuevo, poseída por ella, encontrar esa confirmación mutua de otra y con otra mujer que tanto hijas como madres anhelan” (Rich, 1929)
Referencias /
Rich, A. (2019). Nacemos de mujer, la maternidad como experiencia e institución. Madrid: Traficantes de sueños.